En
este tiempo de prueba, necesitamos alentarnos y consolarnos mutuamente. Las
tentaciones de Satanás son ahora mayores que nunca, pues sabe que le queda poco
tiempo y que muy luego cada caso será decidido para vida o para muerte. No es
ahora el momento de dejarse vencer por el desaliento ni de sucumbir bajo la
prueba. Debemos sobreponernos a todas nuestras aflicciones y confiar plenamente
en el todopoderoso Dios de Jacob. El Señor me ha mostrado que basta su gracia
para resistir todas las pruebas, y aunque éstas sean más duras que nunca, si
tenemos absoluta confianza en Dios, podremos vencer todas las tentaciones y por
su gracia salir victoriosos. {PE 46.1}
Si
resistimos las pruebas y logramos triunfar sobre las tentaciones de Satanás,
entonces soportaremos la prueba de nuestra fe, la cual es más preciosa que el
oro, y quedaremos más fuertes y mejor preparados para sobrellevar pruebas
ulteriores. Pero si nos acobardamos y cedemos a las tentaciones de Satanás, nos
volveremos más débiles, no recibiremos recompensa por la prueba, y no estaremos
tan bien preparados para resistir lo que nos sobrevenga después. Así nos iremos
debilitando cada vez más, hasta que Satanás nos lleve cautivos a su voluntad.
Debemos llevar puesta la completa armadura de Dios, y estar listos en todo
momento para sostener el conflicto con las potestades de las tinieblas. Cuando
nos asalten las tentaciones y las pruebas, acudamos a Dios para luchar con él
en oración. No dejará que volvamos vacíos, sino que nos dará fortaleza y gracia
para vencer y quebrantar el poderío del enemigo. ¡Ojalá que todos viesen estas
cosas en su verdadera luz y soportasen las fatigas como buenos soldados de
Jesús! Entonces Israel podría seguir adelante, confortado en el Señor y en la
potencia de su fortaleza. {PE 46.2}
Dios
me ha mostrado que él dió a los suyos un cáliz de amargura que beber, para
limpiarlos y purificarlos. Es un trago muy acerbo, pero ellos pueden amargarlo
todavía más con sus murmuraciones, quejas y lamentos. Quienes no lo reciban
habrán de beber otro trago, porque el primero no hizo en su carácter el efecto
asignado. Y si el segundo tampoco les aprovecha, habrán de ir bebiendo otro y
otro, hasta que cumpla su efecto, o serán dejados sucios e impuros de corazón.
Vi que el amargo cáliz puede dulcificarse con la paciencia, la resignación y la
oración, y que producirá en el corazón de quienes así lo reciban el efecto que
le fué asignado, con lo cual Dios quedará honrado y glorificado. No es cosa
menuda ser cristiano, aprobado y poseído por Dios. El Señor me mostró a algunos
que dicen profesar la verdad presente y cuya vida no está en armonía con lo que
profesan. Tienen una norma de piedad por demás baja, y les falta mucho para
tener la santidad de la Biblia. Algunos siguen una conducta vana e inconveniente,
y otros ceden al engreimiento. No esperemos reinar con Cristo en la gloria si
satisfacemos nuestro gusto, vivimos y obramos según el mundo, disfrutamos de
sus placeres y nos gozamos en la compañía de los mundanos. {PE 47.1}
Debemos
participar aquí de los sufrimientos de Cristo, si queremos compartir después su
gloria. Si procuramos nuestros propios intereses y placeres en vez de agradar a
Dios y hacer prosperar su valiosa causa, que sufre, deshonramos a Dios y a la
santa causa que profesamos amar. Sólo disponemos de muy corto tiempo para
trabajar en el servicio de Dios. Nada debe parecernos demasiado costoso para la
salvación de la desgarrada grey de Jesús. Quienes pacten ahora con Dios por
medio del sacrificio serán pronto reunidos en la patria celestial para recibir
una rica recompensa y poseer el nuevo reino por siempre jamás. {PE 47.2}
¡Oh!
vivamos enteramente para el Señor, y demostremos por nuestra ordenada conducta
y pía conversación que hemos estado con Jesús y somos sus humildes
discípulos. Debemos trabajar mientras dure el día, porque cuando llegue la
tenebrosa noche de tribulaciones y angustias, será demasiado tarde para
trabajar por Dios. Jesús está en su santo templo y ahora aceptará nuestros
sacrificios, nuestras oraciones y la confesión de nuestras faltas y pecados, y
perdonará todas las transgresiones de Israel, a fin de que queden borradas
antes de salir él del santuario. Entonces los santos y justos seguirán siendo
santos y justos, porque todos sus pecados habrán quedado borrados, y ellos
recibirán el sello del Dios vivo; pero quienes sean injustos e impuros,
seguirán siendo también injustos e impuros, porque ya no habrá en el santuario
sacerdote que ofrezca ante el trono del Padre las oraciones, sacrificios y
confesiones de ellos. Por lo tanto, lo que deba hacerse para salvar almas de la
inminente tormenta de ira, ha de ser hecho antes de que Jesús salga del lugar
santísimo del santuario celestial. {PE 47.3}
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