La intemperancia
como pecado
47.
Nadie que profese piedad considere con indiferencia la salud del cuerpo, y se
haga la ilusión de que la intemperancia no es pecado, y que ésta no afectará su
espiritualidad. Existe una estrecha simpatía entre la naturaleza física y la
moral.—The Review and Herald, 25 de
enero de 1881; Counsels on Health, 67. {CRA
49.1}
48.
En el caso de nuestros primeros padres, el deseo intemperante dio por resultado
la pérdida del Edén. La templanza en todo tiene que ver con nuestra
reintegración en el Edén más de lo que los hombres se imaginan.—El Ministerio de Curación, 91 (1905). {CRA 49.2}
49.
La transgresión de la ley física es la transgresión de la ley de Dios. Nuestro
Creador es Jesucristo. El es el autor de nuestro ser. El ha creado la
estructura humana. Es el autor de las leyes físicas, así como es el autor de la
ley moral. Y el ser humano que es descuidado en los hábitos y las prácticas que
conciernen a su vida y a su salud física, peca contra Dios. Muchos que profesan
amar a Jesucristo no manifiestan la debida reverencia y el debido respeto hacia
Aquel que dio su vida para salvarlos de la muerte eterna. El no es
reverenciado, o respetado, o reconocido. Esto se manifiesta en el perjuicio que
ellos infieren a su propio cuerpo al violar las leyes de su ser.—Manuscrito 49, 1897. {CRA
49.3}
50.
Una transgresión constante de las leyes de la naturaleza es una transgresión
constante de la ley de Dios. El peso actual del sufrimiento y la angustia que
vemos por doquiera, la actual deformidad, decrepitud, enfermedad e imbecilidad
que hoy en día inundan el mundo, en comparación de lo que podría ser y de lo
que Dios se propuso que fuera, hacen de este mundo un leprosario; y la actual
generación es débil en potencia mental, moral y física. Toda esta miseria se ha
acumulado de generación en generación debido a que los hombres caídos quieren
violar la ley de Dios. Pecados de la mayor magnitud se cometen por medio de la
complacencia del apetito pervertido.—Testimonies for the Church 4:30 (1876). {CRA 50.1}
51.
La excesiva complacencia en el comer, beber y dormir, así como en las cosas que
se miran, es pecado. La acción armoniosa y saludable de todas las facultades
del cuerpo y de la mente resulta en felicidad; y cuanto más elevadas y
refinadas las facultades, más pura la felicidad.—Testimonies for the Church 4:417 (1880). {CRA 50.2}
[Dios señala el pecado de la complacencia—246] {CRA 50.3}
Cuando la
santificación es imposible
52.
Una gran proporción de todas las enfermedades que afligen a la familia humana
es resultado de sus propios hábitos erróneos, debido a su deliberada
ignorancia, a su descuido de la luz que Dios ha dado con respecto a las leyes
de su ser. No es posible que glorifiquemos a Dios mientras vivamos violando las
leyes de la vida. El corazón no puede de ninguna manera mantener su
consagración a Dios mientras se complace el apetito carnal. Un cuerpo enfermo y
un intelecto desordenado, debido a la continua complacencia de la lujuria
perniciosa, hace que la santificación del cuerpo y del espíritu sean
imposibles. El apóstol entendía la importancia de una condición saludable del
cuerpo para lograr el éxito en el perfeccionamiento del carácter cristiano. El
dice: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido
heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27. Menciona el fruto del Espíritu, en el cual está incluida la
temperancia. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos”. Gálatas 5:24.—The
Health Reformer, marzo de 1878. {CRA
50.4}
[Imposibilidad de obtener la perfección
cristiana mientras se da rienda suelta al apetito—356] {CRA 51.1}
La ignorancia
voluntaria aumenta el pecado
53.
Es un deber saber cómo preservar el cuerpo en la mejor condición posible de
salud, y es un deber sagrado vivir de acuerdo con la luz que Dios
misericordiosamente ha dado. Si cerramos nuestros ojos a la luz por temor a ver
nuestros errores, que no estamos dispuestos a abandonar, nuestros pecados no
resultan disminuidos, sino aumentados. Si uno se aparta de la luz en un caso,
será descuidado en otro. Es tan pecaminoso violar las leyes de nuestro ser como
violar uno de los Diez Mandamientos, porque no podemos hacer ni una cosa ni la
otra sin quebrantar la ley de Dios. No podemos amar al Señor con todo el
corazón, la mente, el alma y las fuerzas mientras amemos nuestros apetitos y
nuestros gustos mucho más de lo que amamos al Señor. Estamos disminuyendo
diariamente nuestra fuerza para glorificar a Dios, cuando él exige toda nuestra
fuerza, toda nuestra mente. Por medio de nuestros malos hábitos estamos
disminuyendo el dominio que tenemos de la vida, y sin embargo estamos
profesando ser seguidores de Cristo, preparándonos para el toque final de la
inmortalidad. {CRA
51.2}
Hermano
mío, hermana mía, tiene Ud. una obra que hacer, que nadie puede hacer por Ud.
Despierte de su letargo, y Cristo le dará vida. Cambie su forma de vivir,
de comer, de beber, de trabajar. Mientras siga viviendo de la manera que lo ha
hecho durante años, no podrá discernir claramente las cosas sagradas de las
eternas. Sus sensibilidades resultan embotadas, y su intelecto entenebrecido.
No ha estado creciendo en la gracia y en el conocimiento de la verdad como ha
sido su privilegio hacerlo. No ha estado aumentando su espiritualidad, sino que
ha estado entenebreciéndose más y más.—Testimonies for the Church 2:70, 71 (1868). {CRA 51.3}
54.
El hombre fue el acto culminante de la creación de Dios, hecho a la imagen de
Dios, y destinado a ser una contraparte de Dios... El hombre es muy querido
para Dios, porque fue formado a su propia imagen. Este hecho debe impresionarnos
con la importancia de enseñar por precepto y por ejemplo el pecado de
contaminar, por la indulgencia del apetito o por cualquier otra práctica
pecaminosa, el cuerpo que está destinado a representar a Dios ante el mundo.—The Review and Herald, 18 de junio de 1895. {CRA 52.1}
[La ley natural proclamada claramente—97] {CRA 52.2}
Efectos mentales de
la desobediencia a la ley física
55.
Dios exige que su pueblo progrese constantemente. Debemos aprender que la
satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que pueda oponerse a
nuestro progreso intelectual y a la santificación del alma. No obstante todo lo
que profesamos en lo que concierne a la reforma pro salud, algunos de entre
nosotros se alimentan mal.—Joyas de los Testimonios 3:356, 357 (1909). {CRA 52.3}
56.
No debemos proveer para el sábado una cantidad de alimento más abundante ni
variada que para los demás días. Por el contrario, el alimento debe ser más
sencillo, y debe comerse menos para que la mente se encuentre despejada y
vigorosa para entender las cosas espirituales. A estómago cargado, cerebro
pesado. Pueden oírse las más hermosas palabras sin apreciarlas, por estar
confusa la mente a causa de una alimentación impropia. Al comer con exceso en
el día de reposo, muchos contribuyen más de lo que se figuran a incapacitarse
para aprovechar los recursos de edificación espiritual que ofrece ese día.—El Ministerio de Curación, 237 (1905). {CRA 52.4}
57.
Se me ha mostrado que algunos de nuestros congresos campestres están lejos de
ser lo que el Señor dispuso que fueran. La gente viene sin estar preparada para
la visitación del Espíritu Santo. Por lo general las hermanas dedican
considerable tiempo antes de las reuniones a la preparación de vestidos para el
adorno exterior, mientras que olvidan completamente el adorno interno, que es
de gran precio a la vista de Dios. También se destina innecesariamente mucho
tiempo a cocinar, para preparar ricos pasteles y tortas y otros artículos de
consumo que perjudican positivamente a los que participan de ellos. Si nuestras
hermanas proveyeran buen pan y algunas otras clases de alimentos sanos, tanto
ellas como sus familias estarían mejor preparadas para apreciar las palabras de
vida, y serían mucho más susceptibles a la influencia del Espíritu Santo. {CRA 53.1}
A
menudo el estómago es sobrecargado con alimentos que rara vez son tan sencillos
como los que se consumen en casa, donde la cantidad de ejercicio que se hace es
el doble o el triple. Esto hace que la mente esté tan aletargada que resulta
difícil apreciar las cosas eternas, y la reunión termina, y ellos están
chasqueados por no haber gozado más del Espíritu de Dios... Que la preparación
para comer y vestir sea un asunto secundario, pero que un profundo
escudriñamiento del corazón comience en el hogar.—Testimonies for the Church 5:162-164 (1882). {CRA 53.2}
[El apetito complacido le impide a uno
comprender la verdad presente—72] {CRA
53.3}
[El apetito complacido paraliza los
sentidos—227] {CRA 54.1}
[El apetito complacido embota el cerebro—209,
226] {CRA 54.2}
[El apetito complacido descalifica a la persona
para trazar planes y dar consejos—71] {CRA
54.3}
[El apetito complacido debilita las facultades
espirituales, mentales y físicas de los niños—346] {CRA 54.4}
[Durmiendo bajo las verdades ardientes de la
Palabra—222] {CRA 54.5}
[El vigor mental y moral aumentado por un
régimen abstemio—85, 117, 206] {CRA
54.6}
[Efecto de un régimen a base de carne sobre el
vigor mental—678, 680, 682, 686] {CRA
54.7}
[Más acerca del régimen alimenticio en los
congresos campestres—124] {CRA
54.8}
El efecto sobre la
apreciación de la verdad
58.
Necesitáis mentes claras y enérgicas para apreciar el carácter excelso de la
verdad, para valorar la expiación y estimar debidamente las cosas eternas. Si
seguís una conducta equivocada y erróneos hábitos de comer, y por ello
debilitáis las facultades intelectuales, no estimáis la salvación y la vida
eterna como para que os inspiren a conformar vuestras vidas con la de Cristo;
ni haréis los esfuerzos fervorosos y abnegados para conformaros con la voluntad
de Dios que su Palabra requiere, y que necesitáis para que os den la idoneidad
moral que merecerá el toque final de la inmortalidad.—Joyas de los Testimonios 1:196 (1868). {CRA 54.9}
59.
Aun cuando Ud. sea estricto en cuanto a la calidad de sus alimentos, ¿glorifica
Ud. a Dios en su cuerpo y en su espíritu, que son del Señor, tomando tanta cantidad
de alimentos? Los que colocan tantos alimentos en el estómago, y así cargan
demasiado su naturaleza, no podrían apreciar la verdad si oyeran cómo se
espacian en ella los que la presentan. No podrían despertar las sensibilidades
entenebrecidas del cerebro para darse cuenta del valor de la expiación, y del
gran sacrificio que se hizo por el hombre caído. Es imposible para los tales
apreciar la grande y preciosa recompensa, que es rica en extremo, y que se
halla en reserva para los fieles que triunfan. Nunca debe dejarse que la parte
animal de nuestra naturaleza gobierne la parte moral e intelectual.—Testimonies for the Church 2:364 (1870). {CRA 54.10}
60.
Algunos están satisfaciendo los apetitos carnales, que combaten contra el alma,
y que son un obstáculo constante para su progreso espiritual. Siempre tienen
una conciencia acusadora, y si se presentan verdades directas, están listos
para darse por ofendidos. Sienten la propia condenación, y creen que los temas
han sido elegidos adrede para tocar su caso. Se manifiestan agraviados e
injuriados, y se retiran de las asambleas de los santos. Abandonan las
reuniones con los demás, pues entonces su conciencia no es perturbada. Pronto
pierden su interés en las reuniones y su primer amor por la verdad, y, a menos que
se reformen completamente, regresarán para hacer causa común con la hueste de
los rebeldes, que se halla bajo el estandarte negro de Satanás. Si ellos
crucificaran los apetitos carnales que batallan contra el alma, se apartarían
del paso de las flechas de la verdad, y éstas pasarían a su lado sin herirlos.
Pero mientras complacen los apetitos carnales, y acarician sus ídolos, se
constituyen a sí mismos en blancos para ser alcanzados por las flechas de la
verdad, y si la verdad se habla a todos, ellos deben ser heridos... {CRA 55.1}
El
uso de estimulantes artificiales es destructor para la salud y tiene una
influencia embotadora sobre el cerebro, haciendo que resulte imposible apreciar
las cosas eternas. Los que acarician estos ídolos no pueden valorar correctamente
la salvación que Cristo ha traído para ellos por medio de una vida de
abnegación, de continuo sufrimiento y vituperio, y deponiendo finalmente su
propia vida impecable para salvar de la muerte al hombre que perecía.—Testimonies for the Church 1:548, 549
(1867). {CRA 55.2}
61.
La mantequilla y la carne estimulan. Estas han perjudicado el estómago y
pervertido el gusto. Los nervios sensitivos del cerebro han sido entorpecidos,
y el apetito animal fortalecido a expensas de las facultades morales e intelectuales.
Estas facultades superiores, que son las que deben gobernar, han estado
debilitándose, de manera que las cosas eternas no han sido discernidas. Una
parálisis ha entorpecido lo espiritual y devocional. Satanás ha triunfado al
ver cuán fácilmente puede llegar por medio del apetito y controlar a los
hombres y las mujeres de inteligencia, destinados por el Creador a hacer una
obra buena y grande.—Testimonies
for the Church 2:486 (1870). {CRA 56.1}
[Es imposible que los
intemperantes valoren la expiación—119] {CRA 56.2}
[Los intemperantes no
pueden ser susceptibles a las influencias santificadoras de la verdad—780] {CRA 56.3}
Efectos sobre el discernimiento y la decisión
62.
Cualquier cosa que disminuya la fuerza física, debilita la mente y la vuelve
menos capaz de discernir entre lo bueno y lo malo. Nos volvemos menos capaces
de escoger lo bueno, y tenemos menos fuerza de voluntad para hacer lo que
sabemos que es recto. {CRA 56.4}
El
uso indebido de nuestras facultades físicas acorta el período de tiempo en el
cual nuestras vidas pueden ser usadas para la gloria de Dios. Y ello nos
incapacita para realizar la obra que Dios nos ha dado para hacer.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 326
(1900). {CRA 56.5}
63.
Aquellos que, después de haber recibido la luz sobre el tema del comer y beber
con sencillez, en obediencia a las leyes morales y físicas, todavía se apartan
de la luz que les señala su deber, rehuirán cumplir con su deber en otras
cosas. Evitando la cruz que tendrían que tomar a fin de estar en armonía con la
ley natural, embotan la conciencia; y para esquivar el reproche, violarán los
Diez Mandamientos. Algunos tienen una falta de voluntad decidida para llevar la
cruz y menospreciar la vergüenza.—Christian Temperance and Bible Hygiene,
159 (1890). {CRA 57.1}
64.
Los que se acarrean enfermedad a sí mismos, por la propia complacencia, no
tienen cuerpos y mentes sanos. No pueden pesar las evidencias de la verdad, y
comprender los requerimientos de Dios. Nuestro Salvador no extenderá su brazo
hasta una profundidad suficiente como para elevar a los tales de su estado
degradado, mientras persistan en observar una conducta que los hunde aún más
profundamente. {CRA
57.2}
Se
exige que todos hagan lo que puedan para preservar cuerpos sanos y mentes
sanas. Si ellos complacen un apetito grosero, y al hacerlo entorpecen sus
sensibilidades, y entenebrecen sus facultades de percepción de manera que no
puedan apreciar el carácter exaltado de Dios, o deleitarse en el estudio de su
Palabra, pueden estar seguros de que Dios no aceptará su ofrenda indigna más
rápidamente de lo que aceptó la de Caín. Dios exige que se limpien a sí mismos
de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios. Después que el hombre ha hecho todo lo que está de su parte para
propiciar la salud, negándose a complacer el apetito y las pasiones groseras, a
fin de poder poseer una mente sana y una imaginación santificada, con el
propósito de poder rendir a Dios una ofrenda en justicia, es salvado sólo por
un milagro de la misericordia de Dios, como lo fue el arca sobre las olas
tormentosas. Noé había hecho todo lo que Dios pidió de él al confeccionar un
arca segura; luego Dios realizó lo que el hombre no podía hacer, y preservó el
arca por su poder milagroso.—Spiritual Gifts 4:148, 149 (1864). {CRA 57.3}
65.
El abusarse del estómago complaciendo el apetito, constituye la fuente
fructífera de la mayor parte de las pruebas de la iglesia. Los que comen y
trabajan intemperada e irracionalmente, hablan y actúan irracionalmente. Un
hombre intemperante no puede ser un hombre paciente. No es necesario tomar
bebidas alcohólicas para ser intemperante. El pecado de comer con
intemperancia, de comer muy frecuentemente, en demasiada cantidad, y alimentos
ricos y malsanos, destruye la acción saludable de los órganos digestivos,
afecta el cerebro y pervierte el juicio, impidiendo el funcionamiento racional,
sereno y saludable del pensamiento y la acción. Y ésta es la fuente fructífera
de las pruebas de la iglesia. Por lo tanto, con el propósito de que los hijos
de Dios se hallen en un estado aceptable ante él, donde puedan glorificarlo en
su cuerpo y en su espíritu, que son de Dios, deben negarse con interés y con
celo a complacer su apetito, y deben ejercer la temperancia en todas las cosas.
Pueden entonces comprender la verdad en su belleza y claridad, y pueden ponerla
en práctica en su vida. Así, por medio de una conducta juiciosa, sabia y recta,
no darán a los enemigos de nuestra fe ninguna ocasión para que éstos censuren
la causa de la verdad.—Testimonies
for the Church 1:618, 619 (1867). {CRA 58.1}
66.
Hno. y Hna. G, despertaos, os ruego. No habéis recibido la luz de la reforma
pro salud, ni habéis actuado de acuerdo con ella. Si hubierais restringido
vuestro apetito, os habríais ahorrado mucho trabajo extra; y, lo que es de una
consecuencia vastamente mayor, habríais preservado mejor vuestra salud
física, y un grado más elevado de fortaleza intelectual para apreciar las verdades
eternas; tendríais un cerebro más claro para pesar las evidencias en favor de
la verdad, y estaríais mejor preparados para dar a otros razón de la esperanza
que hay en vosotros.—Testimonies
for the Church 2:404 (1870). {CRA 58.2}
67.
Algunos han expresado desprecio por esta obra de reforma, y han dicho que era
del todo innecesaria; ésta fue una excitación para distraer las mentes de la
verdad presente. Han dicho que los asuntos eran llevados a extremos. Los tales
no saben de qué hablan. Mientras hombres y mujeres que profesan piedad están
enfermos desde la parte superior de la cabeza hasta la planta de los pies,
mientras sus energías físicas, mentales y morales se hallan debilitadas debido
a la gratificación de un apetito pervertido y al exceso de trabajo, ¿cómo
pueden ellos pesar las evidencias en favor de la verdad, y comprender los
requerimientos de Dios? Si sus facultades morales e intelectuales se hallan
entenebrecidas, no pueden apreciar el valor de la expiación o el carácter exaltado
de la obra de Dios, ni deleitarse en el estudio de su Palabra. ¿Cómo puede un
dispéptico nervioso estar siempre preparado para dar respuesta, con mansedumbre
y temor, a quien le pida una razón de la esperanza que hay en él? ¡Cuán pronto
podría una persona tal estar confundida y agitada, y debido a una imaginación
enferma ser inducida a ver las cosas con un enfoque totalmente erróneo, y por
falta de la mansedumbre y tranquilidad que caracterizó la vida de Cristo, ser
inducido a deshonrar su profesión mientras contiende con hombres irrazonables!
Viendo las cosas desde un alto punto de vista religioso, debemos ser
reformadores cuidadosos para ser semejantes a Cristo. {CRA 59.1}
Vi
que nuestro Padre celestial nos ha otorgado la gran bendición de la luz relativa
a la reforma pro salud, para que obedezcamos las exigencias divinas, y
glorifiquemos a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, que son de
él, y para que finalmente nos hallemos sin tacha delante del trono de nuestro
Dios. Nuestra fe nos exige que elevemos la norma, y que avancemos. Aunque
muchos objetan la conducta seguida por otros reformadores en pro de la salud,
ellos mismos, como hombres razonables, deben hacer algo. Nuestra raza se
encuentra en una condición deplorable, y sufre enfermedades de toda especie.
Muchos tienen enfermedades heredadas, y sufren en gran manera a causa de los
malos hábitos de sus padres; y sin embargo siguen el mismo proceder erróneo con
respecto a sí mismos y a sus hijos, que fue seguido hacia ellos. Son ignorantes
con respecto a sí mismos. Están enfermos y no saben que sus propios hábitos
erróneos les están causando inmensos sufrimientos. {CRA 59.2}
Hay
solamente unos pocos que hasta ahora han sido despertados lo suficientemente
como para entender cuánto tienen que ver sus hábitos relativos al régimen
alimenticio con su salud, su carácter, su utilidad en este mundo, y su destino
eterno. Vi que es el deber de los que han recibido la luz del cielo, y han
comprendido los beneficios de andar en ella, manifestar un interés mayor por
los que todavía están sufriendo por carencia de conocimiento. Los observadores
del sábado que están esperando el pronto regreso de su Salvador deben ser los
últimos en manifestar falta de interés en esta gran obra de la reforma. Los
hombres y mujeres deben ser instruidos, y los ministros y el pueblo deben
sentir que descansa sobre ellos la responsabilidad de trabajar para agitar el
tema, e instar a otros a aceptarlo.—Testimonies for the Church 1:487-489
(1867). {CRA 60.1}
68.
Los hábitos físicos tienen muchísimo que ver con el éxito de todo individuo.
Cuanto más cuidadoso sea Ud. en su régimen alimenticio, cuanto más sencillos y
carentes de estímulo sean los alimentos que sostienen el cuerpo en su acción
armoniosa, más clara será su concepción del deber. Debe haber una
cuidadosa reconsideración de cada hábito y cada práctica, no sea que una
condición mórbida del cuerpo arroje una nube sobre todas las cosas.—Carta 93, 1898. {CRA 60.2}
69.
Nuestra salud física es conservada por lo que comemos; si nuestros apetitos no
están bajo el control de una mente santificada, si no somos temperantes en todo
lo que comemos y bebemos, no estaremos en un estado mental y físico sano para
estudiar la Palabra con el propósito de aprender lo que dicen las Escrituras: ¿Qué
haré para tener la vida eterna? Todo hábito malsano producirá una condición
malsana en el sistema, y la delicada y viviente maquinaria humana del estómago
resultará perjudicada, y no podrá realizar su trabajo debidamente. El régimen
alimenticio tiene mucho que ver con la disposición a entrar en la tentación y
cometer pecado.—Manuscrito
129, 1901. {CRA 61.1}
70.
Si el Salvador de los hombres, a pesar de su fortaleza divina, necesitaba orar,
¡cuánto más debieran los débiles y pecaminosos mortales sentir la necesidad de
orar con fervor y constancia! Cuando Cristo se veía más fieramente asediado por
la tentación, no comía. Se entregaba a Dios, y gracias a su ferviente oración y
perfecta sumisión a la voluntad de su Padre salía vencedor. Sobre todos los demás
cristianos profesos, debieran los que profesan la verdad para estos últimos
días imitar a su gran Ejemplo en lo que a la oración se refiere. {CRA 61.2}
“Bástale
al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor”. Mateo 10:25. Nuestras mesas están con frecuencia
cargadas de manjares malsanos e innecesarios, porque amamos esas cosas más que
la abnegación, la salud y la sanidad mental. Jesús pedía fuerza a su Padre con
fervor. El divino Hijo de Dios la consideraba de más valor que el sentarse ante
la mesa más lujosa. Demostró que la oración es esencial para recibir
fuerzas con que contender contra las potestades de las tinieblas, y hacer la
obra que se nos ha encomendado. Nuestra propia fuerza es debilidad, pero la que
Dios concede es poderosa, y hará más que vencedor a todo aquel que la obtenga.—Joyas de los Testimonios 1:219, 220 (1869). {CRA 61.3}
[El apetito complacido
desequilibra la mente—237] {CRA 62.1}
[El apetito complacido
anubla la conciencia—72] {CRA 62.2}
El efecto sobre la influencia y la utilidad propias
71.
Qué lástima es que a menudo, cuando debe ejercerse gran restricción propia, el
estómago es llenado con una masa de alimento perjudicial, que queda allí para
descomponerse. La perturbación del estómago afecta el cerebro. El que come en
forma imprudente no se da cuenta de que se está descalificando para dar
consejos sabios, y para trazar planes para el mejor progreso de la obra de
Dios. Pero esto es así. No puede discernir las cosas espirituales, y en las
reuniones de consejo, cuando debe decir Sí y Amén, dice No. Hace proposiciones
muy desatinadas. El alimento que ha comido ha entorpecido su capacidad
cerebral. {CRA
62.3}
La
complacencia excesiva para consigo mismo le impide al agente humano dar
testimonio de la verdad. La gratitud que ofrecemos a Dios por sus bendiciones
resulta grandemente afectada por los alimentos colocados en el estómago. La
complacencia del apetito es causa de disensión, lucha, discordia, y muchos
otros males. Se pronuncian palabras impacientes, se realizan actos de falta de
bondad, se siguen prácticas deshonestas y se manifiesta pasión, y todo porque
los nervios del cerebro están enfermos por el abuso cometido con el estómago.—Manuscrito 93, 1901. {CRA 62.4}
72.
Algunos no pueden ser impresionados con la necesidad de comer y beber para la
gloria de Dios. La complacencia del apetito los afecta en todas las
relaciones de la vida. Esto se ve en su familia, en su iglesia, en las
reuniones de oración y en la conducta de sus hijos. Ha sido la maldición de su
vida. No podéis conseguir que entiendan las verdades para estos últimos días.
Dios ha hecho provisión en forma abundante para el sustento y la felicidad de
todas sus criaturas; y si sus leyes nunca fueran violadas, y todos actuaran en
armonía con la voluntad divina, se experimentaría salud, paz y felicidad en
lugar de miseria y continuo mal.—Testimonies for the Church 2:368 (1870). {CRA 62.5}
73.
El Redentor del mundo sabía que la complacencia del apetito produciría
debilidad física y embotaría de tal manera los órganos de la percepción, que no
discernirían las cosas sagradas y eternas. Cristo sabía que el mundo estaba
entregado a la glotonería y que esta sensualidad pervertiría las facultades
morales. Si la costumbre de complacer el apetito dominaba de tal manera a la
especie que, a fin de romper su poder, el divino Hijo de Dios tuvo que ayunar
casi seis semanas en favor del hombre, ¡qué obra confronta el cristiano para
poder vencer como Cristo venció! El poder de la tentación a complacer el
apetito pervertido puede medirse únicamente por la angustia indecible de Cristo
en aquel largo ayuno en el desierto. {CRA 63.1}
Cristo
sabía que a fin de llevar a cabo con éxito el plan de salvación, debía comenzar
la obra de redimir al hombre donde había comenzado la ruina. Adán cayó por
satisfacer el apetito. A fin de enseñar al hombre su obligación de obedecer a
la ley de Dios, Cristo empezó su obra de redención reformando los hábitos
físicos del hombre. La decadencia de la virtud y la degeneración de la especie
se deben principalmente a la complacencia del apetito pervertido.—Joyas de los Testimonios 1:416, 417 (1875). {CRA 63.2}
Responsabilidades
y tentaciones especiales de los ministros
A
todos, especialmente a los predicadores que enseñan la verdad, incumbe la
solemne responsabilidad de vencer en lo tocante al apetito. Su utilidad
sería mucho mayor si dominasen sus apetitos y pasiones; y sus facultades
mentales y morales serían más vigorosas si ellos combinasen el trabajo físico
con las actividades mentales. Combinando los hábitos de estricta temperancia
con el trabajo mental y físico, lograrían hacer mucho más trabajo, y
conservarían la claridad de la mente. Si siguiesen esta conducta, sus
pensamientos y palabras fluirían más libremente, sus ejercicios religiosos
serían más enérgicos y las impresiones hechas en sus oyentes serían más
notables. {CRA
63.3}
La
intemperancia en el comer, aunque se trate de alimentos de la debida calidad,
tendrá una influencia agotadora sobre el organismo y embotará las emociones más
sensibles y santas. {CRA
64.1}
74.
Algunas personas traen al campamento [en los congresos] alimentos que son
completamente inadecuados para tales ocasiones, tortas y pasteles concentrados,
y una variedad de platos que trastorna la digestión de un hombre sano de
trabajo. Por supuesto, lo mejor que pueda conseguirse no se considera demasiado
bueno para el ministro. La gente manda estas cosas a la mesa de éste, y lo
invita a sus propias mesas. De esta manera los ministros son tentados a comer
demasiado, y alimentos que son perjudiciales. No solamente se disminuye su
eficiencia en el congreso, sino que muchos se convierten en dispépticos. {CRA 64.2}
El
ministro debe declinar esta bien intencionada pero imprudente hospitalidad, aun
a riesgo de una aparente falta de cortesía. Y el pueblo debe tener un grado
suficiente de verdadera bondad como para no obligarlo a una alternativa
semejante. Los hermanos yerran cuando tientan al pastor con alimentos malsanos.
De esta manera se han perdido talentos preciosos para la causa de Dios; y
muchos, aunque viven, se ven privados de la mitad del vigor y la fuerza de sus
facultades. Los ministros, por encima de todos los demás, deben ahorrar la
fuerza del cerebro y de los nervios. Deben evitar todo alimento o bebida que
tenga la tendencia a irritar o excitar los nervios. La excitación es seguida de
depresión; la excesiva complacencia entenebrecerá la mente, y hará que los pensamientos
sean difíciles y confusos. Nadie puede ser un obrero de éxito en las cosas
espirituales hasta que observe una estricta temperancia en sus hábitos
dietéticos. Dios no puede permitir que su Santo Espíritu descanse sobre los
que, aunque saben cómo deben comer para disfrutar de salud, persisten en una
práctica que debilitará la mente y el cuerpo.—Manuscrito 88. {CRA 64.3}
“Hacedlo todo para la gloria de Dios”
75.
Por la inspiración del Espíritu de Dios, el apóstol Pablo insta a que todo lo
que hagamos, aun el acto natural de comer o beber, debemos hacerlo no para
complacer el apetito pervertido, sino con un sentido de responsabilidad:
“Hacedlo todo para la gloria de Dios”. 1 Corintios 10:31. Cada parte del hombre
ha de ser protegida; hemos de ejercer cuidado, no sea que lo que se lleva al
estómago borre de la mente pensamientos elevados y santos. ¿No puedo yo hacer
lo que me place? pregunta alguien, como si estuviéramos tratando de privarlo de
un gran bien, cuando presentamos la necesidad de comer con inteligencia, y
conformar todos los hábitos a las leyes que Dios ha establecido. {CRA 65.1}
Existen
derechos que pertenecen a todos los individuos. Tenemos una individualidad y
una identidad que es nuestra. Nadie puede sumergir su identidad en la de algún
otro. Cada uno debe actuar por sí mismo, de acuerdo con los dictados de su
propia conciencia. Con respecto a nuestra responsabilidad e influencia, somos
responsables ante Dios porque derivamos nuestra vida de él. No la obtenemos de
la humanidad, sino sólo de Dios. Pertenecemos a él por creación y por
redención. Nuestros propios cuerpos no nos
pertenecen,
para que los tratemos como nos plazca, para que los estropeemos con hábitos que
conducen a la decadencia, imposibilitándonos el rendir a Dios un servicio
perfecto. Nuestra vida y todas nuestras facultades mentales, pertenecen a él.
El está cuidando de nosotros cada momento. El conserva la maquinaria humana en
acción. Si nos la dejara para que la hiciéramos funcionar nosotros por un solo
momento, moriríamos. Dependemos absolutamente de Dios. {CRA 66.0}
Aprendemos
una gran lección cuando nos damos cuenta de nuestra relación con Dios, y su
relación con nosotros. Las palabras: “No sois vuestros, porque habéis sido
comprados por precio” (1
Corintios 6:19, 20),
deben grabarse permanentemente en nuestra memoria, para que siempre
reconozcamos el derecho que Dios tiene sobre nuestros talentos, nuestra
propiedad, nuestra influencia, nuestra individualidad personal. Hemos de
aprender cómo tratar este don de Dios constituido por la mente, el alma y el
cuerpo, para que, como posesión comprada por Cristo, podamos realizar un
servicio saludable y grato para él.—Special Testimonies, Series A, 9:58 (1896). {CRA 66.1}
76.
Ha estado resplandeciendo la luz sobre vuestra senda con respecto a la reforma
pro salud y el deber que incumbe a los hijos de Dios en estos postreros días en
cuanto a ejercer templanza en todas las cosas. Vi que estabais entre aquellos
que demorarían en ver la luz y en corregir su manera de comer, beber y trabajar.
En la medida en que se reciba y se siga la luz, ésta realizará una completa
reforma en la vida y el carácter de todos aquellos que son santificados por
ella.—Joyas
de los Testimonios 1:193 (1868). {CRA 66.2}
Relación con la vida victoriosa
77.
El comer, el beber y el vestirse guardan una relación directa con el progreso
espiritual.—The
Youth’s Instructor, 31 de mayo de 1894. {CRA 66.3}
78.
Muchos alimentos que los paganos comían con toda libertad les estaban
prohibidos a los israelitas. Y la prohibición no era arbitraria, pues se
trataba de manjares nocivos, y el hecho de que eran declarados inmundos
enseñaba que tales manjares contaminan. Lo que corrompe el cuerpo tiende a
corromper el alma. El que lo consume va quedando por ello inhabilitado para tener
comunión con Dios y para rendirle un servicio elevado y santo.—El Ministerio de Curación, 213 (1905). {CRA 67.1}
79.
El Espíritu de Dios no puede venir en nuestra ayuda, y asistirnos en el
perfeccionamiento de un carácter cristiano, mientras estamos satisfaciendo
nuestro apetito en perjuicio de nuestra salud, y mientras el orgullo de la vida
nos domina.—The
Health Reformer, septiembre de 1871. {CRA 67.2}
80.
Todos los que participan de la naturaleza divina escaparán a la corrupción que
está en el mundo por la concupiscencia. Es imposible que los que satisfacen el
apetito obtengan la perfección cristiana.—Testimonies for the Church 2:400 (1870). {CRA 67.3}
81.
Esta es la verdadera santificación. No es meramente una teoría, una emoción, o
una forma de palabras, sino un principio vivo y activo que entra en la vida
cotidiana. Requiere que nuestros hábitos en el comer, beber y vestir sean tales
que aseguren la preservación de la salud física, mental y moral, para que
podamos presentar al Señor nuestros cuerpos, no como una ofrenda corrompida por
los malos hábitos, sino como “sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. Romanos 12:1.—The Review and Herald, 25 de enero de 1881. {CRA 67.4}
[Para el contexto,
véase 254.] {CRA 67.5}
82.
Nuestros hábitos en el comer y beber muestran si somos del mundo o estamos
entre el número de aquellos a quienes el Señor, por el poderoso
instrumento de la verdad, ha separado del mundo.—Testimonies for the Church 6:372 (1900). {CRA 67.6}
83.
Es la intemperancia en el comer lo que produce tanta invalidez, y despoja a
Dios de la gloria que se le debe. Debido a que no se niegan a sí mismos, muchos
hijos de Dios son incapaces de alcanzar la alta norma de espiritualidad que él
ha establecido para ellos, y aun cuando se arrepientan y se conviertan, toda la
eternidad testificará de la pérdida que han tenido por entregarse al egoísmo.—Carta 135, 1902. {CRA 68.1}
84.
¡Cuán numerosos son los que se privan de las ricas bendiciones que Dios les
reserva en lo que se refiere a la salud y los dones espirituales! Muchas almas
hay que luchan por alcanzar grandes victorias y bendiciones especiales para
poder cumplir grandes hechos. Para alcanzar su propósito, creen que es
necesario agotarse en oraciones y lágrimas. Cuando esas personas escudriñen las
Escrituras con oración, para conocer la expresa voluntad de Dios, y luego la
cumplan de todo corazón y sin ninguna reserva o complacencia propia, entonces
hallarán descanso. Sus angustias, sus lágrimas y sus luchas no les procurarán
el descanso que anhelan. Ellas deben hacer la entrega completa de su
personalidad. Deben hacer lo que les venga a mano, apropiándose de la abundante
gracia que Dios promete a los que oran con fe. {CRA 68.2}
“Si
alguno quiere venir en pos de mí—dijo Jesús—, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz cada día, y sígame”. Lucas 9:23. Sigamos al Salvador en su sencillez y
abnegación. Exaltemos al Hombre del Calvario por la palabra y por una vida santa.
El Señor se allega muy cerca de aquellos que se consagran a él. Si hubo tiempo
cuando fue necesario que el Espíritu de Dios obrase en nuestro corazón y en
uestra vida, es ahora. Aferrémonos a esta divina potencia para vivir una vida
de santidad y abnegación.—Joyas de los Testimonios 3:365 (1909). {CRA 68.3}
85.
Así como nuestros primeros padres perdieron el Edén por complacer el apetito,
nuestra única esperanza de reconquistar el Edén consiste en dominar firmemente
el apetito y la pasión. La abstinencia en el régimen alimenticio y el dominio
de todas las pasiones conservarán el intelecto y darán un vigor mental y moral
que capacitará a los hombres para poner todas sus propensiones bajo el dominio
de las facultades superiores, para discernir entre lo bueno y lo malo, lo
sagrado y lo profano. Todos los que tienen un verdadero sentido del sacrificio
hecho por Cristo al abandonar su hogar del cielo para venir a este mundo a fin
de mostrar al hombre, por su propia vida, cómo resistir la tentación, se
negarán alegremente a sí mismos y resolverán participar de los sufrimientos de
Cristo. {CRA
69.1}
El
temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Los que venzan como Cristo
venció, necesitarán precaverse constantemente contra las tentaciones de
Satanás. El apetito y las pasiones deben ser sometidos al dominio de la conciencia
iluminada, para que el intelecto no sufra perjuicio, y las facultades de
percepción se mantengan claras a fin de que las obras y trampas de Satanás no
sean interpretadas como providencia de Dios. Muchos desean la recompensa y la
victoria finales que han de ser concedidas a los vencedores, pero no están
dispuestos a soportar los trabajos, las privaciones y la abnegación como lo
hizo su Redentor. Únicamente por la obediencia y el esfuerzo continuo seremos
vencedores como Cristo lo fue. {CRA 69.2}
El
poder dominante del apetito causará la ruina de millares de personas, que, si
hubiesen vencido en ese punto, habrían tenido fuerza moral para obtener la
victoria sobre todas las demás tentaciones de Satanás. Pero los que son
esclavos del apetito no alcanzarán a perfeccionar el carácter cristiano. La
continua transgresión del hombre durante seis mil años ha producido enfermedad,
dolor y muerte. Y a medida que nos acerquemos al fin, la tentación de
complacer el apetito será más poderosa y más difícil de vencer.—Joyas de los Testimonios 1:422, 423 (1875). {CRA 69.3}
86.
El que aprecia la luz que el Señor le ha dado sobre la reforma pro salud tiene una
ayuda importante en la obra en que está empeñado de santificarse por medio de
la verdad, y hacerse idóneo para la inmortalidad.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 10; Counsels on Health, 22 (1890). {CRA 70.1}
[Relación de un régimen
sencillo con el discernimiento espiritual—119] {CRA 70.2}
[El no gobernar el
apetito debilita la resistencia a la tentación—237] {CRA 70.3}
[Los muros del dominio
propio no han de ser derribados—260] {CRA 70.4}
[La alimentación a base
de carne es un obstáculo para el progreso espiritual—655, 656, 657, 660, 682,
683, 684, 688] {CRA 70.5}
[Poder para la victoria
sobre otras tentaciones dado a los que vencen en el terreno del apetito—253] {CRA 70.6}
[La formación del
carácter obstaculizada por el indebido cuidado del estómago—719] {CRA 70.7}
La relación del régimen alimenticio con las normas morales
La contaminación moral en los tiempos antiguos
87.
La gente que vivió antes del diluvio participaba de alimentos animales, y
gratificó su concupiscencia hasta que su copa de iniquidad se llenó, y Dios
limpió la tierra de su corrupción moral por medio de un diluvio... {CRA 70.8}
El
pecado ha prevalecido desde la caída. Mientras unos pocos han permanecido
fieles a Dios, la gran mayoría ha corrompido sus caminos delante de él. La
destrucción de Sodoma y Gomorra se debió a su excesiva maldad. Dieron rienda
suelta a sus apetitos intemperantes, y luego a sus pasiones corruptas, hasta
que estuvieron tan degradados, y sus pecados llegaron a ser tan abominables,
que su copa de iniquidad se llenó, y fueron consumidos con fuego del cielo.—Spiritual Gifts 4:121 (1864). {CRA 70.9}
88.
En nuestra época existen los mismos pecados que los que trajeron la ira de Dios
en los días de Noé. Los hombres y las mujeres llevan ahora el comer y el beber
hasta la glotonería y la embriaguez. Este pecado prevaleciente, la complacencia
del apetito pervertido, inflamó las pasiones de los hombres en los días de Noé,
y condujo a una corrupción general, hasta que su violencia y sus crímenes
alcanzaron al cielo, y Dios lavó la tierra de su contaminación moral por medio
de un diluvio. {CRA
71.1}
Los
mismos pecados de la glotonería y la embriaguez amortiguaron las sensibilidades
morales de los habitantes de Sodoma, de manera que los crímenes parecían
constituir el deleite de los hombres y las mujeres de esa ciudad malvada.
Cristo amonesta de esta manera al mundo: “Asimismo como sucedió en los días de
Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en
que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a
todos. Así será el día en que el Hijo del hombre se manifieste”.Lucas 17:28-30. {CRA 71.2}
Cristo
nos ha dejado aquí una lección de las más importantes. El no estimula la
indolencia en su enseñanza. Su ejemplo fue lo opuesto de esto. Cristo era un
obrero ferviente. La suya fue una vida de abnegación, diligencia,
perseverancia, industria y economía. El quiere presentar delante de nosotros el
peligro de hacer del comer y beber lo más importante. Revela el resultado de
ceder a la complacencia del apetito. Las facultades morales son
debilitadas, de manera que el pecado no parece pecaminoso. Los crímenes son
tolerados, y las bajas pasiones gobiernan la mente, hasta que la corrupción
general elimina los buenos principios e impulsos, y Dios es blasfemado. Todo
esto es el resultado de comer y beber en exceso. Esta es precisamente la
condición que él declara que existiría en ocasión de su segunda venida. {CRA 71.3}
¿Serán
amonestados los hombres y las mujeres? ¿Apreciarán ellos la luz, o llegarán a
ser esclavos del apetito y las bajas pasiones? Cristo nos presenta algo por lo
cual afanarnos que es más elevado que meramente lo que hemos de comer, lo que
hemos de beber, o lo que ha de vestirnos. El comer, el beber y el vestirnos son
llevados a tales excesos que se convierten en crímenes, y se hallan entre los
pecados notables de los últimos días, y constituyen una señal de la pronta
venida de Cristo. Tiempo, dinero y energía que pertenecen al Señor, pero que él
nos ha confiado, se malgastan en innecesarias superfluidades del vestido, y en
excesos propios de un apetito pervertido, que disminuye la vitalidad y trae sufrimiento
y decadencia. Es imposible presentar nuestro cuerpo como sacrificio vivo a
Dios, cuando está lleno de corrupción y enfermedad debido a nuestra propia
indulgencia pecaminosa.—Testimonies
for the Church 3:163, 164 (1873). {CRA 72.1}
Corrupciones prevalecientes debidas al apetito no restringido
89.
Muchos se maravillan de que la humanidad haya degenerado tanto, física, mental
y moralmente. No entienden que es la violación de la constitución y las leyes
de Dios, y la transgresión de las leyes de la salud, lo que ha producido esta
triste degeneración. La transgresión de los mandamientos de Dios ha hecho que
el Señor retrajera su mano que imparte prosperidad. {CRA 72.2}
La
intemperancia en el comer y el beber, y la complacencia de las bajas pasiones,
ha entumecido las delicadas sensibilidades, de manera que las cosas sagradas
han sido puestas al nivel de las cosas comunes.—Spiritual Gifts 4:124 (1864). {CRA 73.1}
90.
Los que se permiten convertirse en esclavos de un apetito glotón, a menudo van
más allá, y se rebajan a sí mismos complaciendo sus pasiones corruptas, que han
sido excitadas por la intemperancia en el comer y el beber. Dan rienda suelta a
sus bajas pasiones, hasta que la salud y el intelecto sufren grandemente. Las
facultades de raciocinio resultan destruidas en gran medida por los malos
hábitos.—Spiritual
Gifts 4:131 (1864). {CRA 73.2}
91.
La irregularidad en el comer y el beber y la forma impropia de vestirse,
depravan la mente y corrompen el corazón, y esclavizan los nobles atributos del
alma a las pasiones animales.—The Health Reformer, octubre de 1871. {CRA 73.3}
92.
Que nadie que profesa piedad considere con indiferencia la salud del cuerpo y
se haga la ilusión de que la intemperancia no es pecado, y que no afectará su
espiritualidad. Existe una estrecha simpatía entre la naturaleza física y la
espiritual. La norma de virtud resulta elevada o degradada por los hábitos
físicos. El comer en exceso de la mejor clase de alimentos producirá una
condición mórbida en los sentimientos morales. Y si el alimento no es el más
saludable, los efectos serán aún más perjudiciales. Cualquier hábito que no
promueva una acción saludable en el organismo humano, degrada las facultades
más elevadas y más nobles. Los hábitos erróneos en el comer y beber conducen a
yerros en el pensamiento y la acción. La complacencia del apetito fortalece las
propensiones animales, dándoles el predominio sobre las facultades de la mente
y el espíritu. {CRA
73.4}
“Os
ruego... que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”
(1 Pedro
2:11),
es el lenguaje que usa el apóstol Pedro. Muchos consideran esta advertencia
aplicable sólo a la licencia; pero tiene un sentido más amplio. Nos guarda
contra toda complacencia perjudicial del apetito o la pasión. Es una advertencia
de las más fuertes contra el uso de estimulantes y narcóticos tales como el té,
el café, el tabaco, el alcohol y la morfina. Estas complacencias pueden bien
ser clasificadas entre la concupiscencia que ejerce una influencia perniciosa
sobre el carácter moral. Cuanto más temprano en la vida se formen estos hábitos
perjudiciales, más firmemente tomarán posesión de la víctima convirtiéndola en
un esclavo de la concupiscencia, y más ciertamente rebajarán la norma de
espiritualidad.—The
Review and Herald, 25 de enero de 1881. {CRA 74.1}
93.
Ud. necesita ejercer temperancia en todas las cosas. Cultive las facultades
superiores de la mente, y habrá menos fuerza en el crecimiento de lo animal. Es
imposible que Ud. acreciente la fuerza espiritual mientras su apetito y sus
pasiones no se hallan bajo un perfecto dominio. Dice el inspirado apóstol:
“Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo
para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27. {CRA 74.2}
Hermano
mío, despiértese, le ruego, y permita que la obra del Espíritu de Dios penetre
más profundamente que en la parte exterior; permítale alcanzar hasta las
fuentes profundas de toda acción. Es principio lo que se necesita; firme
principio, y vigor de acción en las cosas espirituales así como en las
temporales. Sus esfuerzos carecen de fervor. ¡Oh, cuántos están abajo en la
escala de la espiritualidad, porque no se niegan a satisfacer el apetito! La
energía nerviosa del cerebro es entorpecida y casi paralizada por comer en
exceso. Cuando los tales van a la casa de Dios el sábado, no pueden mantener
los ojos abiertos. Los más fervientes llamamientos dejan de despertar sus
intelectos pesados e insensibles. La verdad puede ser presentada con profundo
sentimiento; pero no despierta las sensibilidades morales, ni ilumina el entendimiento.
¿Han estudiado los tales para glorificar a Dios en todas las cosas?—Testimonies for the Church 2:413, 414
(1870). {CRA 74.3}
La influencia de un régimen sencillo
94.
Si todos los que profesan obedecer la ley de Dios estuvieran libres de
iniquidad, mi alma quedaría aliviada; pero no lo están. Aun algunos de los que
profesan guardar todos los mandamientos de Dios son culpables del pecado de
adulterio. ¿Qué puedo decir para despertar sus sensibilidades embotadas? Los
principios morales, aplicados estrictamente, son la única salvaguardia del
alma. Si hubo alguna vez un tiempo en que la alimentación debía ser de la clase
más sencilla, es ahora. No debe ponerse carne delante de nuestros hijos. Su
influencia tiende a excitar y fortalecer las pasiones inferiores, y tiende a
amortiguar las facultades morales. Los cereales y las frutas, preparados sin
grasa en forma tan natural como sea posible, deben ser el alimento destinado a
todos aquellos que aseveran estar preparándose para ser trasladados al cielo.
Cuanto menos excitante sea nuestra alimentación, tanto más fácil será dominar
las pasiones. La complacencia del gusto no debe ser consultada sin tener en
cuenta la salud física, intelectual o moral. {CRA 75.1}
La
satisfacción de las pasiones más bajas inducirá a muchísimas personas a cerrar
los ojos a la luz, porque temen ver pecados que no están dispuestos a
abandonar. Todos pueden ver si lo desean. Si prefieren las tinieblas a la luz,
su criminalidad no disminuirá por ello. ¿Por qué no leen los hombres y mujeres
y se instruyen en estas cosas que tan decididamente afectan su fuerza física,
intelectual y moral? Dios os ha dado un tabernáculo que cuidar y conservar en
la mejor condición para su servicio y gloria.—Joyas de los Testimonios 1:259 (1869). {CRA 75.2}
La temperancia es una ayuda para el dominio moral
95.
El alimento que consumís no es de la clase sencilla y saludable que produce la
mejor clase de sangre. La sangre impura oscurecerá seguramente las facultades
morales e intelectuales, y despertará y fortalecerá las pasiones más bajas de
vuestra naturaleza. Ninguno de vosotros puede permitirse seguir un régimen
afiebrante; porque esto se hace a expensas de la salud del cuerpo, y de la
prosperidad de vuestras propias almas y las almas de vuestros hijos. {CRA 76.1}
Colocáis
sobre vuestras mesas alimentos que sobrecargan los órganos digestivos, excitan
las pasiones animales y debilitan las facultades morales e intelectuales. Los
alimentos muy condimentados y la carne no son de beneficio para vosotros... {CRA 76.2}
Os
ruego, por causa de Cristo, que pongáis vuestra casa y vuestros corazones en
orden. Que la verdad de origen celestial os eleve y os santifique, en alma,
cuerpo y espíritu. “Os ruego.., que os abstengáis de los deseos carnales que
batallan contra el alma”. 1 Pedro 2:11. Hermano G, su forma de comer tiene la tendencia a fortalecer las
pasiones bajas. Ud. no controla su cuerpo como es su deber hacerlo para
perfeccionar la santidad en el temor de Dios. La temperancia en el comer debe
practicarse antes que Ud. sea un hombre paciente.—Testimonies for the Church 2:404, 405 (1870). {CRA 76.3}
96.
El mundo no debe ser un criterio para nosotros. Está de moda complacer el
apetito con alimentos lujosos o concentrados y estímulos antinaturales,
fortaleciendo de esta manera las propensiones animales, y perjudicando el
crecimiento y el desarrollo de las facultades morales. No hay estímulo para
ninguno de los hijos o hijas de Adán a fin de que lleguen a ser victoriosos en
la guerra cristiana, a menos que decidan practicar la temperancia en todas
las cosas. Si lo hacen, no pelearán como quien hiere el aire. {CRA 76.4}
Si
los cristianos mantienen el cuerpo en sujeción, y ponen todos sus apetitos y
pasiones bajo el dominio de una conciencia iluminada, sintiendo que es un deber
que tienen para con Dios y para con sus vecinos el obedecer las leyes que
gobiernan la salud y la vida, tendrán la bendición del vigor físico y mental.
Tendrán poder moral para empeñarse en la guerra contra Satanás; y en el nombre
de Aquel que venció el apetito en favor de ellos, pueden ser más que vencedores
para su propio bien. Esta guerra está abierta para todos los que deseen
empeñarse en ella.—Testimonies
for the Church 4:35, 36 (1876). {CRA
77.1}
[Efecto del régimen a base de carne sobre el
poder moral—658, 683, 684, 685, 686, 687] {CRA 77.2}
[La casa de campo; su relación con el régimen y
la moral—711] {CRA 77.3}
[Falta de poder moral debido a la complacencia
de los niños en el comer y beber—347] {CRA
77.4}
[Alimentos que causan irritabilidad y
nerviosidad—556, 558, 562, 574] {CRA
77.5}
[El apetito complacido debilita las facultades
morales—231] {CRA 77.6}
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