Influencias
prenatales
333.
Muchos padres creen que el efecto de las influencias prenatales es cosa de poca
monta; pero el cielo no las considera así. El mensaje enviado por un ángel de
Dios y reiterado en forma solemnísima merece que le prestemos la mayor
atención. {CRA 255.1}
Al
hablar a la madre hebrea, Dios se dirige a todas las madres de todos los
tiempos. “Guardará—dijo el ángel—todo lo que le mandé”. Jueces 13:14. El bienestar del niño dependerá de los hábitos de la madre. Ella
tiene, pues, que someter sus apetitos y sus pasiones al dominio de los buenos
principios. Hay algo que ella debe rehuir, algo contra lo cual debe luchar si
quiere cumplir el propósito que Dios tiene para con ella al darle un hijo. Si
antes del nacimiento de éste, la madre procura complacerse a sí misma, si es
egoísta, impaciente e imperiosa, estos rasgos de carácter se reflejarán en el
temperamento del niño. Así se explica que muchos hijos hayan recibido por
herencia tendencias al mal que son casi irresistibles. {CRA 255.2}
Pero
si la madre se atiene invariablemente a principios rectos, si es templada y
abnegada, bondadosa, apacible y altruista, puede transmitir a su hijo estos
mismos preciosos rasgos de carácter. Muy terminante fue la prohibición impuesta
a la madre de Sansón respecto al vino. Cada gota de bebida alcohólica que la
madre toma para halagar al paladar compromete la salud física, intelectual y
moral de su hijo, y es un pecado positivo contra su Creador. {CRA 255.3}
Muchos
insisten en que debe satisfacerse todo antojo de la madre; sostienen que si
desea un alimento cualquiera, por nocivo que sea, este deseo debe ser
ampliamente satisfecho. Esto es falso y entraña peligro. Las necesidades
físicas de la madre no deben descuidarse en manera alguna. Dos vidas dependen
de ella, y sus deseos deben ser cariñosamente atendidos, y sus necesidades
satisfechas con liberalidad. Pero en este período más que nunca debe evitar, en
su alimentación y en cualquier otro asunto, todo lo que pudiera menoscabar la
fuerza física o intelectual. Por mandato de Dios mismo, la madre está bajo la
más solemne obligación de ejercer dominio propio.—El Ministerio de Curación, 288, 289 (1905). {CRA 256.1}
334.
Cuando el Señor quiso establecer a Sansón como libertador de su pueblo,
recomendó a la madre ciertos hábitos de vida correctos antes que naciera su
hijo. Y la misma prohibición iba a ser impuesta al niño desde su cuna; porque
había de ser consagrado a Dios como nazareo desde su nacimiento. {CRA 256.2}
El
ángel de Dios apareció a la esposa de Manoa, y le informó que iba a nacerle un
hijo; y en vista de esto le dio indicaciones importantes: “Ahora, pues, no
bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda”. Jueces 13:4. {CRA 256.3}
Dios
tenía una obra importante para el niño prometido a Manoa, y con el fin de
obtener para él las cualidades necesarias para esta obra, los hábitos de la
madre y del niño iban a ser muy cuidadosamente regidos. “No beberá vino ni
sidra” fue la instrucción dada por el ángel a la esposa de Manoa, “y no comerá
cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé”.Jueces 13:14. El niño será afectado para bien o para
mal por los hábitos de la madre. Ella misma tiene que ser dominada por los
buenos principios, y debe observar las leyes de la temperancia y el dominio
propio, si quiere asegurar el bienestar de su hijo.—Christian Temperance and Bible Hygiene,
37, 38 (1890). {CRA 256.4}
“Se guardará”
335.
Las palabras dirigidas a la esposa de Manoa contienen una verdad que las madres
de hoy harán bien en estudiar. Al hablar a esta madre, el Señor habló a todas
las madres ansiosas y afligidas de aquel tiempo, y a todas las madres de las
generaciones sucesivas. Sí, cada madre puede comprender su deber. Puede saber
que el carácter de sus hijos dependerá más de sus hábitos anteriores a su
nacimiento y de sus esfuerzos personales después del nacimiento, que de las
ventajas o desventajas exteriores. {CRA 257.1}
“Se
guardará” (Jueces
13:13),
dijo el ángel. Estése lista para resistir la tentación. Sus apetitos y pasiones
deben ser dominados por los buenos principios. De toda madre se debe poder
decir “Se guardará”. Hay algo que ella debe rehuir, algo contra lo cual tiene
que obrar, si quiere cumplir el propósito que Dios tenía al darle un hijo... {CRA 257.2}
La
madre que es una maestra adecuada para sus hijos debe, antes que nazcan, formar
hábitos de abnegación y dominio propio; porque les transmite sus propias
cualidades; sus rasgos de carácter fuertes o débiles. El enemigo de las almas
entiende estas cosas mejor que muchos de los padres. El acosará a la madre con
sus tentaciones, sabiendo que si ella no le resiste, él puede por su intermedio
afectar al niño. La única esperanza de la madre está en Dios. Puede acudir a él
en busca de gracia y fortaleza. Ella no buscará ayuda en vano. El le permitirá
transmitir a su descendencia cualidades que le ayudarán a obtener éxito en la
vida y ganar la vida eterna.—The Signs of the Times, febrero 26 de 1902. {CRA 257.3}
No debe darse rienda suelta al apetito
336.
Es un error generalmente cometido el de no hacer diferencia en la vida de una
mujer antes del nacimiento de su hijo. En este período importante el trabajo de
la madre debe ser aliviado. Grandes cambios están por producirse en su
organismo. Exige una mayor cantidad de sangre, y por lo tanto un aumento de los
alimentos más nutritivos para ser convertidos en sangre. A menos que tenga una
abundante provisión de alimentos nutritivos, no puede conservar su fuerza
física y priva a su hijo de su vitalidad. Su vestimenta también exige atención.
Debe ejercerse cuidado de que su cuerpo no sienta frío. No debe atraer
innecesariamente la sangre a la superficie del cuerpo para suplir la falta de
suficiente abrigo. Si la madre está privada de una abundante cantidad de
alimento nutritivo y sano, la cantidad y la calidad de su sangre serán
insuficientes. Su circulación será deficiente y su hijo adolecerá de los mismos
males. El hijo será incapaz de asimilar los alimentos que podría transformar en
buena sangre que nutra el organismo. La prosperidad de la madre y del hijo
depende en gran parte de la ropa abrigada, así como de una provisión de
alimentos nutritivos. Debe evitarse que la madre pase frío, porque esto atenta
contra su vitalidad. {CRA
257.4}
Pero,
por otro lado, la idea de que las mujeres, debido a su condición especial,
deben dar rienda suelta a su apetito, es un error basado en la costumbre, pero
no en el sentido común. El apetito de las mujeres en tal condición puede ser
muy variable, caprichoso y difícil de complacer; y la costumbre exige que se le
dé cualquier cosa que desee, sin consultar la razón para saber si tal alimento
le suministrará la fuerza que necesita para su propio organismo y para el
crecimiento de su hijo. El alimento debe ser nutritivo, pero no de una calidad
excitante. La costumbre dice que si se desean manjares de carne, encurtidos y
especias, se los debe conceder; se debe consultar únicamente al apetito. Esto constituye
un gran error, que hace mucho daño. Ese daño no puede ser calculado. Si alguna
vez se necesita un régimen sencillo y un cuidado especial de la calidad del
alimento ingerido, es en esta época importante. {CRA 258.1}
Las
mujeres regidas por los buenos principios, que han sido bien instruidas, no se
apartarán de la sencillez del régimen en este momento ni en cualquier otro.
Considerarán que otra vida depende de la suya, y serán cuidadosas en todos sus
hábitos, especialmente alimenticios. No deben comer lo que no es nutritivo y es
excitante, simplemente porque tenga buen gusto. Hay demasiados consejeros
dispuestos a persuadirlas para que hagan cosas que la razón debiera
prohibirles. {CRA
259.1}
Los
niños que nacen enfermos lo deben al hecho de que sus padres no frenaron sus
apetitos. El organismo no exigía la variedad de alimentos que atraían la
atención. Un error que las mujeres cristianas debieran rechazar es la creencia
de que cualquier cosa que se les ocurre debe ir al estómago. No debe permitirse
que la imaginación rija los deseos del organismo. Los que permiten el imperio
de los gustos, sufrirán las consecuencias al transgredir las leyes de su ser. Y
esto no es el fin de todo; sus hijos inocentes también serán afectados. {CRA 259.2}
Los
órganos productores de sangre no pueden convertir las especias, los pasteles de
carne, los encurtidos y las carnes enfermas en sangre pura. Y si se lleva al
estómago tanto alimento que los órganos de la digestión se recargan de trabajo
para deshacerse de ellos y para librar al organismo de las sustancias
irritantes, la madre comete una injusticia contra sí misma y coloca en su hijo
las bases de la enfermedad. Si ella decide comer como le agrade y a su
capricho, sin tener en cuenta las consecuencias, llevará la penalidad, pero no
sola. Su niño inocente deberá sufrir por causa de su indiscreción.—Testimonies for the Church 2:381-383
(1870). {CRA 259.3}
Efectos del recargo de trabajo y un régimen empobrecido
[How to Live, 33, 34.]—Mensajes Selectos 2:491, 492 (1865). {CRA 259.4}
337.
En muchos casos se deja que la madre, antes del
nacimiento de sus hijos,
trabaje desde la mañana hasta la noche, afiebrando su sangre... Debería haberse
tenido una tierna consideración con su salud... La madre, antes del nacimiento
de sus hijos, con frecuencia tiene que trabajar más allá del límite de sus
fuerzas. Pocas veces se disminuyen sus cargas y sus cuidados, y ese período que
debería ser para ella, más que ningún otro, un tiempo de descanso, es en cambio
un tiempo donde predominan la fatiga, la tristeza y la melancolía. Debido al
exceso de trabajo priva a su hijo del alimento que la naturaleza ha provisto
para él, y al afiebrar su sangre le proporciona una sangre de mala calidad. En
esta forma priva de vitalidad a su vástago y lo despoja de su fuerza física y
mental. {CRA 260.5}
338.
Me fue mostrada la conducta de B en el seno de su familia. Ha sido severo y
dominante. Adoptó la reforma pro salud como se la presentó el Hno. C, y como
él, adquirió conceptos exagerados al respecto; y por carecer de equilibrio
mental, ha cometido terribles equivocaciones, cuyos resultados el tiempo no
podrá borrar. Ayudado por detalles obtenidos de libros, comenzó a poner en
práctica la teoría que él había oído del Hno. C, y como él, insistió en llevar
a todos a la misma norma que él había establecido. Impuso a su propia familia
aquellas reglas rígidas, pero no dominó sus tendencias animales. Ni siquiera él
mismo pudo alcanzar el blanco, y mantener su cuerpo en sujeción. Si hubiese
tenido un conocimiento correcto del sistema de la reforma pro salud, habría
sabido que su esposa no estaba en condición de dar a luz hijos sanos. Sus
propias pasiones irrefrenadas le hicieron obrar sin razonar de la causa al
efecto. {CRA
260.1}
Antes
que nacieran sus hijos, no trataba a su esposa como debe tratarse a una mujer
en su condición... El no le proveía la calidad ni la cantidad de alimento que
ella necesitaba para nutrir dos vidas en vez de una. Otra vida dependía de ella,
y su organismo no recibía el alimento nutritivo y sano que necesitaba para
sostener su fuerza. Había deficiencia en la cantidad y en la calidad. Su
organismo exigía cambios, una variedad y calidad más sustanciosas. Sus hijos
habían nacido con los órganos de la digestión débiles y su sangre era pobre.
Del alimento que la madre estaba obligada a recibir no podía proveer una buena
calidad de sangre y como consecuencia daba a luz niños enclenques.—Testimonies for the Church 2:378, 379 (1870). {CRA 260.2}
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