domingo, 15 de mayo de 2016

Sección 7—El comer en exceso



Un pecado común pero grave
210. El sobrecargar el estómago es un pecado común, y cuando se usa demasiado alimento, el sistema entero resulta agobiado. La vida y la vitalidad, en vez de mejorar, decrecen. Es así como Satanás planea que se hagan las cosas. El hombre utiliza sus fuerzas vitales en trabajo innecesario para disponer de una excesiva carga de alimento. {CRA 155.1}
Al tomar mucho alimento, no solamente malgastamos impróvidamente las bendiciones de Dios, provistas para las necesidades de la naturaleza, sino que causamos un gran daño a todo el organismo. Mancillamos el templo de Dios. Este resulta debilitado e incapacitado; y la naturaleza no puede realizar bien su trabajo y en forma sabia, de acuerdo con la manera en que Dios hizo provisión. Debido a la complacencia egoísta de su apetito, el hombre ha oprimido el poder de la naturaleza obligándola a hacer un trabajo que nunca se debiera exigir de ella. {CRA 155.2}
Si todos los hombres estuvieran familiarizados con la viviente maquinaria humana, no serían culpables de hacer esto, a menos que, por supuesto, amaran la complacencia propia tanto que continuaran su proceder suicida y tuvieran una muerte prematura, o vivieran por años como una carga para sí mismos y para sus amigos.—Carta 17, 1895{CRA 155.3}
Embarazando la maquinaria humana
211. Es posible comer inmoderadamente, aun sirviéndose de alimentos sanos. Por el hecho de que alguien haya descartado el uso de los artículos alimenticios perjudiciales, no significa que puede comer tanto como le plazca. El comer en exceso, no importa cuál sea la calidad de los alimentos, traba la maquinaria viviente, y así la obstaculiza en su obra.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 51Counsels on Health, 119 (1890){CRA 155.4}
212. La intemperancia en el comer, aun tratándose de alimentos saludables, tendrá un efecto perjudicial sobre el sistema, y embotará las facultades mentales y morales.—The Signs of the Times, 1 de septiembre de 1887{CRA 156.1}
213. Casi todos los miembros de la familia humana comen más que lo que su organismo necesita. Este exceso se corrompe y se convierte en una masa pútrida... Si se coloca en el estómago más alimento que el que necesita la maquinaria humana—aunque sea de naturaleza sencilla—, este excedente se convierte en una carga. El organismo hace esfuerzos desesperados para deshacerse de él, y este trabajo extra produce una sensación de fatiga. Algunos que están continuamente comiendo llaman a esta sensación de cansancio y depresión hambre, pero ella es causada por la sobrecarga de los órganos digestivos.—Carta 73a, 1896{CRA 156.2}
[Efectos de comer en exceso, aunque sea alimento sencillo y saludable—33, 157{CRA 156.3}
214. El deseo de hacer ostentación para agasajar a las visitas crea inútiles congojas y cargas. A fin de preparar gran variedad para la mesa, la dueña de casa trabaja demasiado; y debido a los muchos platos preparados los huéspedes comen demasiado; y la enfermedad y los padecimientos provenientes del trabajo excesivo por un lado y el comer demasiado por el otro, son el resultado. Estos festines elaborados son una carga y un perjuicio.—Joyas de los Testimonios 2:570{CRA 156.4}
215. Las comilonas hechas con glotonería, y los alimentos llevados al estómago a horas inadecuadas, dejan una influencia sobre cada fibra del organismo; y la mente resulta seriamente afectada por lo que comemos y bebemos.—The Health Reformer, junio de 1878{CRA 157.1}
216. La estricta aplicación a un trabajo pesado es perjudicial para la constitución de los jóvenes que se hallan en edad de crecimiento; pero mientras centenares han quebrantado su constitución por exceso de trabajo solamente, la inactividad, el comer en exceso, y la ociosidad considerada de buen tono han sembrado las semillas de enfermedad en el organismo de millares que se apresuran a una ruina rápida y segura.—Testimonies for the Church 4:96 (1876){CRA 157.2}
La glotonería como ofensa capital
217. Algunos no ejercen control sobre sus apetitos, sino que complacen el gusto a expensas de la salud. Como resultado, el cerebro se nubla, sus pensamientos son perezosos, y dejan de realizar lo que podrían si fueran abstemios o se negaran a sí mismos. Estas personas le niegan a Dios la fuerza física y mental que podrían desarrollar para su servicio si observaran la temperancia en todas las cosas. {CRA 157.3}
Pablo era un reformador respecto de la salud. Dijo: “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27. Sentía que descansaba sobre él la responsabilidad de preservar todas sus facultades en su fuerza, a fin de poder usarlas para la gloria de Dios. Si Pablo se hallaba en peligro de intemperancia, nosotros estamos en un peligro mayor, porque no sentimos ni comprendemos como él la necesidad de glorificar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, que son suyos. El comer en exceso es el pecado de esta era. {CRA 157.4}
La Palabra de Dios coloca el pecado de la glotonería en el mismo catálogo que la ebriedad. Tan ofensivo era este pecado a la vista de Dios que el Señor dio instrucciones a Moisés para que el niño que no se refrenara en materia de apetito, sino que engullera cualquier cosa que su gusto le exigiera, fuera llevado por sus padres delante de los gobernantes de Israel para ser apedreado. La condición del glotón era considerada como desesperada, pues él no era de ninguna utilidad para los demás, y constituía una maldición para sí mismo. No se podía depender de él para nada. Su influencia siempre contaminaría a los demás, y el mundo sería mejor sin un individuo semejante; pues sus terribles defectos serían perpetuados. Nadie que tenga un sentido de su responsabilidad para con Dios permitirá que las propensiones animales controlen su razón. Los que lo hacen no son cristianos, no importa de quién se trate, y por exaltada que sea su profesión. La orden de Cristo es: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48. Aquí él nos muestra que debemos ser tan perfectos en nuestra esfera como Dios lo es en la suya.—Testimonies for the Church 4:454, 455 (1880){CRA 158.1}
Un proceder que incita a la glotonería
218. Muchos de los que han descartado de su alimentación las carnes y demás manjares perjudiciales, piensan que, por ser sus alimentos sencillos y sanos, pueden ceder al apetito sin moderación alguna, y comen con exceso y a veces se entregan a la glotonería. Es un error. Los órganos digestivos no deben recargarse con una cantidad o calidad de alimento cuya asimilación abrume al organismo. {CRA 158.2}
La costumbre ha dispuesto que los manjares se sirvan a la mesa en distintos platos. Como el comensal no sabe siempre qué plato sigue, es posible que satisfaga su apetito con una cantidad de un alimento que no es el que mejor le convendría. Cuando llega el último plato se arriesga a excederse sirviéndose del postre tentador que, en tal caso, le resulta perjudicial. Si todos los manjares de la comida figuran en la mesa desde un principio, cada cual puede elegir a su gusto. {CRA 158.3}
A veces el resultado del exceso en el comer se deja sentir en el acto. En otros casos no se nota dolor alguno; pero los órganos digestivos pierden su poder vital y la fuerza física resulta minada en su fundamento. {CRA 159.1}
El exceso de comida recarga el organismo, y crea condiciones morbosas y febriles. Hace afluir al estómago una cantidad excesiva de sangre, lo que muy luego enfría las extremidades. Impone también un pesado recargo a los órganos digestivos, y cuando éstos han cumplido su tarea, se experimenta decaimiento y languidez. Los que se exceden así continuamente en el comer llaman hambre a esta sensación; pero en realidad no es más que el debilitamiento de los órganos digestivos. A veces se experimenta embotamiento del cerebro, con aversión para todo trabajo mental o físico. {CRA 159.2}
Estos síntomas desagradables se dejan sentir porque la naturaleza hizo su obra con un gasto inútil de fuerza vital y quedó completamente exhausta. El estómago clama: “Dadme descanso”. Pero muchos lo interpretan como una nueva demanda de alimento; y en vez de dar descanso al estómago le imponen más carga. En consecuencia es frecuente que los órganos digestivos estén gastados cuando debieran seguir funcionando bien.—El Ministerio de Curación, 235, 236 (1905){CRA 159.3}
[Los órganos pueden perder su fuerza vital aun cuando no se sienta ningún dolor—155{CRA 159.4}
[Los obreros de Dios han de practicar la temperancia en el comer—117{CRA 159.5}
[E. G. de White no habría podido pedir la bendición de Dios sobre su trabajo si ella hubiera comido en exceso.—Apéndice I:7.{CRA 159.6}
La causa de la debilidad física y mental
219. Como pueblo, con toda nuestra profesión de la reforma pro salud, comemos demasiado. La complacencia del apetito es la mayor causa de debilidad física y mental, y comparte en gran medida la culpa de la debilidad que es evidente por doquiera.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 154 (1890){CRA 160.1}
220. Muchos que han adoptado la reforma pro salud han abandonado todo lo que es perjudicial; ¿pero por el hecho de que hayan abandonado estas cosas, se sigue que pueden comer tanto como les plazca? Se sientan a la mesa, y en vez de considerar cuánto debieran comer, se entregan al apetito y comen con gran exceso. Y el estómago tiene todo lo que puede hacer, o todo lo que debe hacer, durante todo el día, para deshacerse de la carga que se le ha impuesto. Todo el alimento, puesto en el estómago, del cual el organismo no puede derivar beneficio, es una carga para la naturaleza en su trabajo. Traba la maquinaria viviente. El organismo es entorpecido, y no puede llevar a cabo con éxito su obra. Los órganos vitales son innecesariamente sobrecargados, y la energía nerviosa del cerebro es llamada al estómago para ayudar a los órganos digestivos a realizar su tarea de deshacerse de una cantidad de alimento que no produce ningún beneficio para el cuerpo... {CRA 160.2}
¿Y qué influencia tiene la sobrealimentación sobre el estómago? Se debilita, los órganos digestivos pierden su fuerza, y el resultado es la enfermedad de los mismos con toda su estela de males. Si las personas ya estuvieran enfermas, de esta manera acrecientan sus dificultades, y disminuyen su vitalidad cada día que viven. Exigen de sus poderes vitales una acción innecesaria para hacerse cargo del alimento que colocan en sus estómagos. ¡Qué condición terrible! {CRA 160.3}
Sabemos algo de la dispepsia por experiencia. La hemos tenido en nuestra familia; y creemos que es una enfermedad que ha de ser muy temida. Cuando una persona llega a ser un dispéptico completo, sufre mucho, mental y físicamente; y sus amigos deben también sufrir, a menos que tengan la misma falta de sensibilidad que los brutos. {CRA 161.1}
¿Diréis sin embargo: “A Ud. no le incumbe averiguar lo que yo como o lo que hago”? ¿Sufre alguna de las personas que rodean a los dispépticos? Sencillamente actuad de tal manera que se sientan irritados de alguna forma. ¡Cuán natural les resulta entonces ser displicentes! Se sienten mal, y les parece que sus hijos son muy malos. No les pueden hablar con calma, ni tampoco pueden, con gracia especial, actuar con calma en sus familias. Todo lo que los rodea resulta afectado por la enfermedad que sufren; todos deben sufrir las consecuencias de su enfermedad. Echan una sombra negra. ¿Decís, entonces, que vuestros hábitos de comer y beber no afectan a los demás? Ciertamente que lo hacen. Y debéis ser muy cuidadosos para preservaros en la mejor condición de salud posible, de manera que podáis rendir a Dios un servicio perfecto, y desempeñar vuestro deber en la sociedad y hacia vuestra familia. {CRA 161.2}
Pero aun los reformadores en pro de la salud pueden errar en la cantidad de alimentos. Pueden comer en forma inmoderada de una clase saludable de alimentos.—Testimonies for the Church 2:362-365 (1870){CRA 161.3}
221. El Señor me ha mostrado que, por regla general, colocamos demasiado alimento en el estómago. Muchos se hacen molestos al comer en exceso, y la enfermedad es a menudo el resultado. El Señor no les envió este castigo. Ellos mismos se lo atrajeron; y Dios desea que se den cuenta de que el dolor es el resultado de la transgresión. {CRA 161.4}
Muchos comen demasiado rápidamente. Otros comen en una misma comida alimentos que no combinan. Si los hombres y mujeres sólo recordaran cuán grandemente afligen su alma cuando afligen su estómago, y cuán profundamente Cristo es deshonrado cuando se abusa del estómago, serían valientes en negarse a sí mismos, dando al estómago oportunidad de recuperar su acción saludable. Mientras estamos sentados a la mesa podemos hacer obra misionera médica comiendo y bebiendo para la gloria de Dios.—Manuscrito 93, 1901{CRA 162.1}
Modorra durante el culto
222. Cuando comemos en forma inmoderada, pecamos contra nuestros propios cuerpos. El sábado, en la casa de Dios, los glotones se sentarán y dormirán bajo las verdades ardientes de la Palabra de Dios. Ni pueden mantener los ojos abiertos, ni pueden comprender los solemnes discursos dados. ¿Cree Ud. que los tales glorifican a Dios en su cuerpo y en su espíritu, que son de Dios? No; lo deshonran. Y en cuanto al dispéptico, lo que lo ha convertido en dispéptico, es el seguir esta conducta. En vez de observar regularidad, ha dejado que el apetito lo domine, y ha comido entre horas. Tal vez, si sus hábitos son sedentarios, no ha tenido el aire vitalizador del cielo para ayudarlo en su obra de digestión; puede no haber tenido suficiente ejercicio para su salud.—Testimonies for the Church 2:374 (1870){CRA 162.2}
223. No debemos proveer para el sábado una cantidad de alimento más abundante ni variada que para los demás días. Por el contrario, el alimento debe ser más sencillo, y debe comerse menos para que la mente se encuentre despejada y vigorosa para entender las cosas espirituales. A estómago cargado, cerebro pesado. Pueden oírse las más hermosas palabras sin apreciarlas, por estar confusa la mente a causa de una alimentación impropia. Al comer con exceso en el día de reposo, muchos contribuyen más de lo que se figuran a incapacitarse para aprovechar los recursos de edificación espiritual que ofrece ese día.—El Ministerio de Curación, 237 (1905){CRA 162.3}
[Sueño en los servicios sabáticos—93{CRA 163.1}
[El régimen abstemio imparte vigor mental y moral—85, 117, 206{CRA 163.2}
[Los efectos del comer en exceso sobre la espiritualidad—56, 57, 59, 251{CRA 163.3}
[Efectos de comer en exceso sobre la mente—74{CRA 163.4}
[El comer en exceso en los congresos campestres—57, 124{CRA 163.5}
[Prácticas suicidas—202{CRA 163.6}
[Los postres como tentación a comer en exceso—538, 547, 550{CRA 163.7}
[Una fuente de pruebas para las iglesias—65{CRA 163.8}
[La glotonería como pecado prevaleciente de esta era—35{CRA 163.9}
[El comer en exceso conduce a la disipación—244{CRA 163.10}
[Manteniendo una limpia conciencia—263{CRA 163.11}
[La intemperancia y el comer en exceso estimulados por las madres—351, 354{CRA 163.12}
Una causa de olvidos
224. El Señor me ha dado instrucciones para Ud. sobre el tema de la temperancia en todas las cosas. Ud. es intemperante en su comer. Frecuentemente pone en su estómago dos veces la cantidad de alimentos que su organismo necesita. Este alimento se corrompe; su aliento resulta ofensivo. Sus dificultades catarrales son agravadas; su estómago está sobrecargado; y la vida y la energía son desviadas del cerebro para hacer trabajar el molino que tritura el material que Ud. ha puesto en su estómago. En esto, Ud. ha manifestado poca misericordia hacia sí mismo. {CRA 163.13}
Ud. es un glotón cuando se sienta a la mesa. Esta es una gran causa de sus olvidos y falta de memoria. Ud. dice cosas que yo sé que Ud. ha dicho, y entonces cambia completamente, y afirma que ha dicho algo del todo distinto. Yo me enteré de esto, pero lo pasé por alto considerando que era un seguro resultado de la sobrealimentación. No valía la pena hablar de ello. No curaría el mal.—Carta 17, 1895{CRA 164.1}
Consejos a los obreros sedentarios y a los ministros
225. El exceso en el comer es particularmente perjudicial para los de temperamento lerdo. Los tales deben comer con frugalidad y hacer mucho ejercicio físico. Hay hombres y mujeres de excelentes aptitudes naturales que por no dominar sus apetitos no realizan la mitad de aquello de que son capaces. {CRA 164.2}
En esto pecan muchos escritores y oradores. Después de comer mucho, se entregan a sus ocupaciones sedentarias, leyendo, estudiando o escribiendo, sin darse tiempo para hacer ejercicio físico. En consecuencia, el libre flujo de los pensamientos y las palabras queda contenido. No pueden escribir ni hablar con la fuerza e intensidad necesarias para llegar al corazón de la gente, y sus esfuerzos se embotan y esterilizan. {CRA 164.3}
Quienes llevan importantes responsabilidades, y sobre todo los que velan por intereses espirituales, deben ser hombres de aguda percepción e intensos sentimientos. Más que nadie necesitan ser sobrios en el comer. Nunca debiera haber en sus mesas manjares costosos y suculentos. {CRA 164.4}
Los que desempeñan cargos de confianza deben hacer diariamente resoluciones de gran trascendencia. A menudo deben pensar con rapidez, y esto sólo pueden hacerlo con éxito los que practican la estricta templanza. La mente se fortalece bajo la influencia del correcto tratamiento dado a las facultades físicas e intelectuales. Si el esfuerzo no es demasiado grande, cada nueva tarea añade nuevo vigor. No obstante, muchas veces el trabajo de los que tienen planes de acción importantes que estudiar y decisiones no menos importantes que tomar, queda siniestramente afectado por un régimen alimenticio impropio. El desarreglo del estómago perturba la mente. A menudo causa irritabilidad, aspereza o injusticia. Más de un plan de acción que hubiera podido ser beneficioso para el mundo se ha desechado; más de una medida injusta, opresiva y aun cruel ha sido llevada a cabo a consecuencia de un estado morboso proveniente de hábitos dietéticos erróneos. {CRA 164.5}
Los de ocupación sedentaria, principalmente mental, que tengan suficiente valor moral y dominio propio, podrán probar el satisfacerse con dos o tres platos y no comer más de lo estrictamente necesario para saciar el hambre. Hagan ejercicio activo cada día, y verán cómo se benefician. {CRA 165.1}
Los hombres robustos empeñados en trabajo físico activo no tienen tanto motivo de fijarse en la cantidad y calidad del alimento como las personas de hábitos sedentarios; pero aun ellos gozarán de mejor salud si ejercen dominio propio en el comer y en el beber. {CRA 165.2}
Hay quienes quisieran que se les fijara una regla exacta para su alimentación. Comen con exceso y les pesa después, y cavilan sobre lo que comen y beben. Esto no debiera ser así. Nadie puede sentar reglas estrictas para los demás. Cada cual debe dominarse a sí mismo y, fundado en la razón, obrar por principios sanos.—El Ministerio de Curación, 237-239 (1905){CRA 165.3}
[Las cenas tardías son particularmente dañinas—270{CRA 165.4}
La indigestión y las reuniones de junta
226. Sentados ante mesas abundantemente cargadas, ciertos hombres comen a menudo mucho más de lo que pueden digerir fácilmente. El estómago recargado no puede hacer debidamente su trabajo. El resultado es una sensación desagradable de embotamiento del cerebro, y el espíritu no actúa prestamente. Las combinaciones impropias de alimentos crean disturbios; se inicia la fermentación; la sangre queda contaminada y el cerebro se confunde. {CRA 165.5}
El hábito de comer en exceso, o de comer demasiadas clases de alimentos en una comida, causa con frecuencia dispepsia. Se ocasiona así un grave daño a los delicados órganos digestivos. El estómago protesta en vano y suplica al cerebro que razone de causa a efecto. La excesiva cantidad de alimento ingerido, o la combinación impropia, hace su obra perjudicial. En vano dan su advertencia las prevenciones desagradables. El sufrimiento es la consecuencia. La enfermedad reemplaza a la salud. {CRA 166.1}
Puede ser que algunos pregunten: ¿Qué tiene que ver esto con las reuniones de junta? Muchísimo. Los efectos de comer en forma errónea penetran en las reuniones de concilio y de junta. El cerebro queda afectado por la condición del estómago. Un estómago desordenado produce un estado mental desordenado e incierto. Un estómago enfermo produce una condición enfermiza del cerebro, y con frecuencia lo induce a uno a sostener con terquedad opiniones erróneas. La supuesta sabiduría de una persona tal es insensatez para Dios.{CRA 166.2}
Presento esto como la causa de la situación creada en muchas reuniones de concilio y de junta en las cuales ciertas cuestiones que requerían estudio cuidadoso recibieron poca consideración, y se tomaron apresuradamente decisiones de la mayor importancia. Con frecuencia, cuando debiera haber habido unanimidad en la afirmativa, ciertas negativas resueltas cambiaron por completo la atmósfera que reinaba en una reunión. Estos resultados se me han presentado vez tras vez. {CRA 166.3}
Expongo estos asuntos ahora, porque se me ha indicado que diga a mis hermanos en el ministerio: Por la intemperancia en el comer os incapacitáis para ver claramente la diferencia entre el fuego sagrado y el común. Y por esta intemperancia reveláis también vuestro desprecio hacia las advertencias que el Señor os ha dado. La palabra que os dirige es: “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios”. Isaías 50:10... ¿No nos acercaremos al Señor, para que nos salve de toda intemperancia en el comer y beber, de toda pasión profana y concupiscente, de toda perversidad? ¿No nos humillaremos delante de Dios y desecharemos todo lo que corrompe la carne y el espíritu, para que en su temor podamos perfeccionar la santidad del carácter?—Joyas de los Testimonios 3:197, 198 (1902){CRA 166.4}
No son ninguna recomendación de la reforma pro salud
227. Nuestros predicadores no son lo suficientemente cuidadosos con respecto a sus hábitos en el comer. Participan de una gran cantidad de alimentos, y de una gran variedad en una misma comida. Algunos son reformadores sólo de nombre. No tienen reglas para regir su menú, sino que se complacen en comer frutas o nueces entre comidas, y así imponen cargas demasiado pesadas a sus órganos digestivos. Algunos toman tres comidas por día, cuando dos contribuirían más a la salud física y espiritual. Si las leyes que Dios ha establecido para que gobiernen el sistema físico resultan violadas, la penalidad sigue con toda certidumbre. {CRA 167.1}
Debido a la imprudencia en el comer, los sentidos de algunos parecen estar semiparalizados; ellos son lentos y tienen sueño. Estos ministros de rostro pálido que sufren como consecuencia de una complacencia egoísta de su apetito, no son ninguna recomendación de la reforma pro salud. Cuando están sufriendo por exceso de trabajo, sería mucho mejor que prescindieran ocasionalmente de alguna comida, y así dieran a la naturaleza la oportunidad de resarcirse. Nuestros obreros podrían hacer progresar la reforma pro salud más por su ejemplo que predicándola. Cuando amigos bien intencionados realizan preparativos culinarios complicados para ellos, resultan poderosamente tentados a descuidar los principios; pero al rehusar los platos exquisitos, los condimentos concentrados, el té y el café, pueden manifestarse como reformadores prácticos. Algunos están sufriendo ahora como consecuencia de violar las leyes de la vida, y así imponen un estigma sobre la causa de la reforma pro salud. {CRA 167.2}
La complacencia excesiva en el comer o el beber, en el dormir o el mirar, es un pecado. La acción armoniosa y saludable de todas las facultades del cuerpo y de la mente resulta en la felicidad; y cuanto más elevadas y refinadas las facultades, tanto más pura resultará la felicidad.—Testimonies for the Church 4:416, 417 (1880){CRA 168.1}
Cavan sus tumbas con sus dientes

228. La razón por la cual muchos de nuestros ministros se quejan de enfermedad es que dejan de hacer suficiente ejercicio, y se complacen en comer en exceso. No se dan cuenta de que tal conducta pone en peligro la más vigorosa de las constituciones. Los que, como Ud., son de temperamento lento, deben comer con mucha parsimonia, y no rehuir la carga física. Muchos de nuestros pastores están cavando sus tumbas con sus dientes. El sistema, al asumir la carga colocada sobre los órganos digestivos, sufre, y el cerebro pierde mucha energía. El transgresor debe pagar en su propio cuerpo la penalidad por cada ofensa cometida contra las leyes de la salud.—Testimonies for the Church 4:408, 409 (1880).{CRA 168.2}

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